Hobsbawm: ciclo comercial

Ciclo comercial, crisis y depresión.

«La última y quizás la mayor crisis económica de la especie antigua, perteneciente a un mundo que dependía de las vicisitudes de las cosechas y las estaciones, había precipitado las revoluciones. El nuevo mundo del ciclo comercial, que únicamente los socialistas reconocían como ritmo y modo básico de operación de la economía capitalista, contaba con sus propio sistema de fluctuaciones económicas y sus peculiares dificultades seculares. (…). La combinación de capital barato con un rápido aumento de los precios logró que este esplendor económico fuera muy satisfactorio para los negociantes ansiosos de beneficios. En el siglo XIX los retrocesos (del tipo del ciclo comercial) significaban siempre descenso de los precios. Los auges económicos eran inflacionarios. (…). Este período de calma llegó a su término con la depresión de 1857. Hablando en términos económicos, este suceso fue una mera interrupción de la edad de oro del crecimiento capitalista que se reanudó, a mayor escala inclusive, en la década de 1860 y que alcanzó su cima en el auge de 1871-1873″ (Eric Hobsbawm La era del capital 1848-1875. Barcelona. Crítica 1998, pág.42, 43, 44).

«A los auges astronómicos les sucedían agudas depresiones de cada vez mayor amplitud mundial y en ocasiones dramáticas (…). En 1860, después de la primera de estas depresiones mundiales la economía académica, en la persona del brillante doctor francés Clement Juglar, reconoció y calculó la periodicidad de este ciclo comercial que hasta entonces únicamente habían considerado los socialistas y otros grupos heterodoxos. Así pues, aunque estas interrupciones eran dramáticas para la expansión, también eran temporales. (…). Entonces se produjo el colapso (…). Además, y al contrario con lo ocurrido con las anteriores depresiones del gran auge secular, ésta no parecía tener fin. Nada menos que en 1889 un estudio alemán que se calificaba a sí mismo de ‘introducción a los estudios económicos para funcionarios y negociantes’ observaba que ‘desde el colapso de la bolsa de 1873…, la palabra crisis, con sólo breves interrupciones, ha estado en la mente de todos’. (…) Los historiadores han puesto en duda la existencia de lo que se ha llamado ‘La Gran Depresión’ de 1873 a 1896, y, desde luego, no fue ni mucho menos tan dramática como la de 1929 a 1934, cuando la economía del mundo capitalista casi se detuvo por completoñ. Sin embargo, a los contemporáneos no les cabía la menor duda de que al gran auge le había sucedido la gran depresión» (Eric Hobsbawm La era del capital 1848-1875. Barcelona. Crítica 1998, pág.57, 58).

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