Theodore Roosevelt y la lucha antitrust

 

Theodore Roosevelt y la lucha antitrust

Editorial de The Outlet del 21 de setiembre de 1912; en BERTRAND, C. T., 1983.

 

 

Desde mi primer mandato, dirigí y comprobé y luego estudié el funcionamiento de la ley Sherman antitrust. Cuando llegué a la administración esta ley estaba muerta y fui el primero que la puso en funcionamiento.

Con su cumplimiento ganamos lo siguiente: establecer el principio de que el Gobierno estaba por encima de las grandes sociedades; pero eso fue casi todo lo bueno que conseguimos con esta ley.

Tomemos el caso de los Seguros Northern. Bajo mi mandato este pleito llegó a una conclusión favorable. Yo creí en un principio que habíamos llegado a una solución definitiva y real de las dificultades, y mis contrarios lo creyeron también, por lo que al principio estaban muy preocupados, pero al final se demostró que lo que habíamos conseguido es lo que decía antes. Como dijo uno de los más grandes magnates implicado: «Cuando se fue el humo, me encontré que en vez de justificar mi propiedad con un trozo de papel, como antes, ahora lo tengo que demostrar con dos».

Observemos la decisión sobre Standard Oil. La compañía Standard Oil se disolvió nominalmente debido a un proceso en su contra. Nominalmente se dividió en treinta y cuatro compañías diferentes. De momento cundió el pánico en Wall Street, y bajo la presión de aquel pánico, los grandes financieros creyeron durante un tiempo que aceptarían y recomendarían la política de control que yo defendía, porque aunque el control les controlaría realmente, les limitaría y les pondría obstáculos, por lo menos escaparían a la muerte. Luego se encontraron con que solamente estaban expuestos a una muerte ficticia. y el resultado del proceso para la disolución de las propiedades de mister Rockefeller aumentaron su valor en bolsa mucho más de lo que habían valido hasta entonces, y a su más que suficiente fortuna añadió unos ochenta o noventa millones de dólares, mientras que el precio del petróleo subió para el consumidor. Personas que compran acciones de Standard Oil en la curva en Nueva York me cuentan que la única diferencia es que antes el agente les daba un papel y ahora les da un sobre que contiene treinta y siete hojas, y eso es todo.

Recordaréis que mister Pierpont Morgan decía: «No se puede hacer una tortilla sin batir los huevos». Este intento particular de probar de no batir los huevos no fue bueno más que para los propietarios de los huevos, porque «aumentó de manera indefinida el valor de los huevos e hizo que la tortilla costara más al público en general. Nuestra proposición actual no es de no batir los huevos mediante una mera sucesión de procesos, sino que el gobierno ejerza un control administrativo que impida que los huevos se batan.

Mister Wilson, en un reciente discurso en Nueva York, dijo que «nadie entre los hombres puede tener la sabiduría necesaria para permitirle regular los procesos industriales del país». Me interesó mucho esta observación porque representa la actitud exacta que siempre toman los ultraconservadores respetables en cuestiones de este tipo. Palabra por palabra, es lo que algunos de los grandes magnates del ferrocarril acostumbraban a decir antes de que se aprobara la Ley de Comercio Interestatal. Acostumbraban a decir que «nadie, ningún ser viviente, podía tratar de regular el complicadísimo negocio de los ferrocarriles». Otros grandes financieros decían más o menos lo mismo cuando se propuso establecer las comisiones de utilidades públicas.

Digo al profeta actual que observe cómo los hechos refutaron a los profetas de ayer. No hay más dificultad en regular la Standard Oil Corporation que en regular un gran ferrocarril. Hemos conseguido que la Ley de Comercio Interestatal funcione. Hemos comprobado, por la manera en que funciona hoy día, que la forma de controlar los ferrocarriles radica en aumentar el poder, y especialmente la aplicación del poder, de la Comisión del Comercio Interestatal, regulando y controlando los trenes, no desarrollando la Ley antitrust. El verdadero control de los trusts llegará solamente cuando se adopten expedientes similares. Lo que deseo en nuestros proyectos industriales es ver establecida una Comisión industrial interestatal, que podrá manejar la Standard Oil, el Trust del Acero, el Trust del Tabaco, y todos los grandes trusts; mediante acciones administrativas, igual que la Comisión del Comercio Interestatal maneja los ferrocarriles, y con un poder mayor que el que se ha conferido a la Comisión del Comercio Interestatal.

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